Cómo Manejar La Dificultad Para Ganar

La vida no es “sufrimiento” como dijo Schopenhauer, pero definitivamente es superación como encontró Nietzsche. Debido a esto es esencial el aprender a manejar la dificultad al no solo ser esta parte de la vida, sino la vida misma, al ser ésta necesaria para poder mejorar, para superarnos. El metal solamente puede ser moldeado con el fuego, así también sólo nuestra persona—cuerpo, mente y espíritu; solo pueden ser moldeados por el cambio, por la incomodidad, por la dificultad.

El saber cómo manejar la dificultad es lo que hace la diferencia entre un hombre que tras un evento es socavado y otro que resulta empoderado. Por esto no son tanto los momentos “felices” los más importantes, sino aquellos no tan favorables en el momento, los más difíciles, los que requieren coraje. Sabiendo que la felicidad no se encuentra, sino que está al alcance de todos en todo instante, esto toma aún más relevancia. En otras palabras, puedes estar feliz y satisfecho, o feliz e insatisfecho. La pregunta no es tanto cuál de estas 2 opciones es posible, sino cuál quieres.

Siempre y cuando no te detengas, siempre y cuando te sigas levantando, cada paso que das es un nuevo aprendizaje, un avance en tu progreso, sin importar si este es para adelante o para atrás. Aunque a veces no lo parezca, toda acción tiene su recompensa si se mira a través de la reflexión. Visto de esta manera, o ganas o aprendes, no hay pérdida. Si la empresa falla, falló por algo, y tu meta ahora es descifrarlo para que no vuelva a pasar, para poder mejorarlo, para volver y triunfar.

El fracaso no es más que una forma de corrección, es una forma de saber que algo estás haciendo mal, que una modificación es necesaria para poder triunfar. Por esto, para aprender a manejar la dificultad, lo primero que tienes que saber es que todo es aprendizaje, tanto aquello “bueno” como “malo”. Simplemente, los buenos resultados son “recompensas” y los malos son “correcciones”. Todo evento es combustible para el fuego de tu crecimiento. Todo es aprendizaje.

 

Todo es aprendizaje

“El impedimento a la acción avanza la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino».

—Marco Aurelio

Cómo encontraron la mayoría de intelectuales y filósofos, e inclusive viene especificado en la Biblia, la mejor meta de la vida es la sabiduría, la cual, naturalmente, conduce al cumplimiento del estado dicotómico que todos estamos buscando—satisfacción y felicidad, abundancia perpetua. La búsqueda de la sabiduría es la mayor meta de la vida porque es la misma definición de excelencia. Ser lo mejor que uno puede ser, siempre, física, mental y espiritualmente; es decir, autorrealizarse.  

El significado de la vida es que tiene que ser vivida, como dijo Bruce Lee. ¿Pero vivida para que? Para aprender. Cuando te das cuenta de que estás aquí para aprender, y solo para aprender, ya no hay nada que temer, ya nada puede derribarte. Toda experiencia es vista desde un plano más alto, desde una mejor perspectiva, separado de toda emoción; no como algo “bueno” o “malo” sino solo como lo que es. Más importante, todo es visto como material de aprendizaje, de sabiduría. Simplemente, en toda situación adversa pregúntate: ¿Qué es lo que la vida quiere enseñarme?

Una vez encuentres la respuesta verás que todo cobrará sentido, todo retomara un significado, encontrarás el porqué para vivir de tu como. De otra manera, solo un punto de vista nihilista puede tomar lugar. ¿Ganar dinero para que? ¿Tener relaciones para que? ¿Optimizar tu cuerpo para que? Si, para obtener mayor felicidad, ¿pero para que más? La felicidad es supervivencia, el ahora, pero dónde está la trascendencia, el mañana? Sencillo, la trascendencia está en la satisfacción. No tanto en hacer sino en haber hecho, no tanto en haber sido sino en haber progresado no haber existido sino en haberte realizado. “La ignorancia es la raíz de todo mal”, como bien dijo Buda, y la mejor manera de eliminarla es mediante el aprendizaje, ya sea mediante otros o mediante la experiencia. 

Para aprender mediante otros, el camino más fácil pero que, irónicamente pocos siguen por su apego a la dopamina, están los mentores y los libros/artículos (como este). “Solo un tonto aprende de sus propios errores. El sabio aprende de los errores de los demás «, dijo Otto von Bismarck, y en mi experiencia esto es muy cierto, por lo menos en cuanto a cantidad. No existe manera de que sabría todo lo que se, así como la mayoría de las personas de nuestra era, de no existir tanta disponibilidad de información, particularmente gracias al internet. Ahora, en cuanto a calidad de información, mi opinión cambia un poco, y es que es una cosa “saber“ algo y otra experimentarlo.

La experiencia enseña de la manera más dura, pero también enseña mejor, esto mayormente porque, contrario al otro tipo de conocimiento, aquel transmitido por la experiencia de otras personas, o ni siquiera eso como en libros teóricos, y realmente siendo el camino más difícil de aprendizaje, pero por lo mismo lo que le confiere su ventaja en cuanto a retención, este viene generalmente acompañado de dolor. Y, especialmente si tu búsqueda es la innovación, seguir el camino que pocos o hasta nadie más ha seguido, crear un nuevo camino; date cuenta de que el dolor será un ingrediente constante en tu vida, por lo que tendrás que acostumbrarte a manejarlo, más importante, tendrás que aprender a interpretarlo a manera de emplearlo para tu progreso.

 

Dolor + Reflexión

«Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes».

Dejando de lado el aspecto místico, soy seguidor de cristo porque, además de sus enseñanzas ser muy similares a las del estoicismo, definitivamente fue un ejemplar viviente de hombre excelente.

Piénsalo bien. ¿Qué pasaría con la sociedad si todos viviéramos como él? Considerando ambos, el bien común y el propio. ¿Crees que aún habría posibilidad de guerras o siquiera violencia? No. Definitivamente no. Según Lucas 6:29 : ”Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa”. Y aunque este pasaje muy probablemente se refiera no tanto a evitar la defensa sino la venganza, de cualquier manera es una excelente manera de evitar cualquier forma prolongada de violencia, mediante la no-respuesta.

Esto, por supuesto, el que todos actuaran de esta manera supondría una sociedad cuasi-perfecta. La realidad no obstante, al menos al día de hoy, es que no la minoría, sino que la mayoría de las personas no actúan de esta manera, y buscarán la revancha de lo que les hayas hecho, aún y cuando no haya sido de manera intencionada—ej., si obstruyes a alguien con tu auto en el tráfico por no haberlo visto. Por lo que aunque definitivamente recomiendo a cada uno poner de su parte y actuar como cristo y los estoicos proponen, si no esto nunca cambiará, también creo todos deben tener en cuenta las potenciales respuestas de la mayoría de la gente para poder defenderse.

¿A que voy con esto? A que la sociedad sigue sin evolucionar en materias de civilidad por la simple razón de que aunque hemos pasado por múltiples fases de dolor derivado de la violencia, como mayoría, como sociedad, seguimos haciendo lo mismo, seguimos actuando igual. Dicho de otra manera, el dolor sólo es útil, el dolor solo es aprendizaje, cuando se reflexiona sobre él y se cambia la manera de actuar acordemente. De otra manera, el mismo dolor y su causante volverán a experimentarse.

No se pueden querer obtener resultados diferentes si se sigue haciendo lo mismo, y aunque contrario a la inevitabilidad del dolor, el sufrimiento es opcional como mencionó Buda, si se puede mejor no experimentar siquiera el dolor, o mas bien dicho, el dolor evitable o sin sentido, como aquel de la guerra y la violencia, pero también como aquel asociado a la vida de todos los días; estando en un trabajo que no deseamos o fracasando una y otra vez sin razón.

El dolor sin reflexión es solo eso, dolor. El dolor más reflexión es progreso. Solo analizando las causas del dolor experimentado en búsqueda de no tener que experimentarlo otra vez, es que encontraremos la respuesta para progresar en el área en cuestión. Solo tras ver la causa raíz del fracaso de nuestra empresa es que podremos mejorar a manera de que no vuelva a fracasar. Solo viendo que podemos cambiar de empleo, y haciéndolo, es que dejaremos de levantarnos todos los días deprimidos por lo doloroso que será el día que se nos viene. Dolor + Reflexión = Progreso. La mediocridad evita el dolor a como dé lugar, la excelencia sabe que es necesario para progresar.

Repetidamente, todos podemos ser felices, en todo lugar, en todo momento, de aquí el valor de prácticas como la presencia y la meditación, y filosofías como el budismo y el estoicismo. ¿Pero qué hay de la satisfacción? ¿Qué hay de lo que hicimos y queremos hacer? ¿Qué hay de lo que pensaremos de nosotros al ver esta existencia por última vez? Lo que dejamos detrás por haber existido, nuestro legado, y lo más importante, lo que hemos aprendido, es lo único que importará al final tanto en términos de trascendencia como de felicidad, esto sin involucrar misticismo, sólo por naturaleza humana. ¿Si puedes vivir feliz y satisfecho, vivir en flujo, porque no hacerlo, por ti?

Por esto que digo, aunque definitivamente el ego no es el enemigo, este tiene que ser trascendido, de otra manera este dirigirá tu vida y le llamarás “destino”. Siendo el ego la historia que nos contamos a nosotros mismos, lo que hace que queramos mejorarnos en este plano, sin este mejor nos la pasamos meditando hasta dejar de existir. No obstante, en materias de priorización, este tiene que ocupar un segundo lugar al decidir. Es decir, toda meta propuesta por el ego, por la mente, debe ser relegada a algo opcional, algo que no se necesita, sino solo que se quiere, que “sería bueno tener”. Esta es la llave de la abundancia y la libertad perpetua, de la felicidad total.

Una vez el ego es trascendido ya nada puede faltarte que no esté dentro de ti, por lo que todo lo que necesitas ya lo tienes, todo lo que deseas es opcional, lo único que te mueve es la paz y la sabiduría, todo lo demás es adicional. Visto desde esta perspectiva, toda dificultad es tomada de manera más calmada y desapegada, al el resultado final ser relevante, pero no definitivo; una forma de seguir tu destino, pero no el motivo. La vida, con todas sus vicisitudes y dificultades, se convierte solo en un viaje, en un tipo de juego en que jamás se puede perder del todo hasta el momento de la muerte, y dependiendo de tus creencias, tal vez ni siquiera aquí, nunca. 

De esta forma el espíritu se mantiene fuerte, inamovible, siempre centrado y presente. Algo necesario al reconocer que, tanto el dolor como la dificultad es y siempre será parte de esta existencia, ya que todo cambio, directamente dependiente de la magnitud del cambio, le implican a ambos y, con la única posible excepción del espíritu, la “no-mente”, nada es permanente en esta realidad más que la impermanencia en sí misma. Toda en la vida es cambio, la vida es impermanencia.

 

Impermanencia

“Esto también pasará”.

Una vez aceptado el hecho de que se puede, y debe, aprender de toda experiencia, lo único que resta por aceptar es que lo único permanente en esta existencia es la impermanencia. Que por más que nos sea incómodo o hasta nos duela lo que estamos viviendo en el momento, “esto también pasará”. En algún punto, de una manera u otra, lo más indeseable que nos podamos imaginar terminará. Para bien o para mal, nada dura para siempre, incluyendo la dificultad.

Como muchas otras cosas en la vida, esta es una realidad reconfortante que a veces se nos olvida. Si de algo está hecha la vida esto es el cambio, o más bien, de impermanencia. Todo cambia, todo se mueve, todo se transforma, todo “va y viene”. Esto, además de ayudarnos a aceptar, soportar, o hasta amar situaciones difíciles, nos ayudará a apreciar más las que no lo son tanto. Generalmente, aunque no nos guste, solo pasando por oscuridad es que llegamos a apreciar la luminosidad, sólo mediante la dificultad podemos apreciar esos momentos contrastantes de alivio, de descanso, solo mediante el fuego del esfuerzo es que somos capaces de forjarnos, de mejorarnos, de superarnos.

Esto claro, siempre contemplando el aspecto y prioridad de esta realidad, que nada puede afectarnos que no queramos. Podemos estar al borde de la quiebra o al borde de la muerte, pero esto no puede afectar nuestra tranquilidad mental sino le dejamos pasar, si no le abrimos la puerta del alma, que de nuevo, es nuestra parte más importante, la prioridad, lo único que somos al final, lo único totalmente dentro de tu control, lo único que tu eres y es seguro siempre será solo tuyo.

Tanto cuerpo como mente, formando parte de la existencia, de la naturaleza, “polvo en el viento” a final de cuentas, no son “tuyos”, son de la tierra, de la materia; y como tal pueden ser modificados sin tu permiso, sin tu voluntad. Ejemplo claro de esto son las enfermedades o accidentes que pueden afectar a ambos, cuerpo y mente, sin que quieras, sin que te des cuenta. Pero el espíritu, el alma, la presencia, lo que tu eres, eso si nadie jamás lo puede tocar, esto es tuyo, para ti solo, tu.

No tiene tanto que ver “misticismo” o metafísica, sino con el hecho de darte cuenta que puedes observar todo lo que el cuerpo y la mente experimentan sin necesidad de identificarte con ello. Puedes experimentar el dolor más grande sin sufrimiento, por ejemplo. Lo único que tienes que hacer es 1) aceptarlo y 2) observarlo, sabiendo que no es “tu dolor”, sabiendo que es del cuerpo. Sabiendo que tu tranquilidad mental no puede ser perturbada por lo que le sucede al cuerpo. Solo identificándote con él, creyendo que es algo más que solo un vehículo para tí, crearás sufrimiento.

Acepta pues la permanente impermanencia. Acepta que es parte de esta vida y que no puede afectarte si tu no le dejas, si tu no te identificas con lo que está hace. Abraza la dificultad sólo como parte del camino, como parte del “juego” que, como un videojuego, es divertido, es un reto, pero que al final, el que ganes o pierdas no define quien eres ni tu felicidad (y si el perder o ganar en un videojuego afecta tu felicidad, que te puedo decir). Solo sigue jugando, solo sigue aprendiendo como jugar mejor, solo sigue levantándote y divirtiéndote con ello; siempre reconociendo que solo es un tipo de juego, que solo es un viaje para ser disfrutado, tanto en la facilidad como en la dificultad, que el resultado no define lo que eres, que tu eres, algo permanente e intacto. Dicho esto, la manera más efectiva de interiorizar esta mentalidad es lo que considero “la mayor regla.”

 

La mayor regla

La regla mayor en materias de felicidad, satisfacción, salud mental y maestría emocional es, como bien encontraron los estoicos y, de hecho, la máxima definición de esta filosofía puesta en acción:

Enfócate en lo que puedes cambiar e ignora lo que no.

Siguiendo esta simple regla no existe nada que pueda tomar tu felicidad, puedes perseguir todo aquello que brinde satisfacción, no hay manera que sucumbas a la depresión o la desesperación.

En otras palabras, solo así podrás vivir tu propósito, seguir tu destino, y “convertirte en quien eres” de la manera más efectiva y disfrutable disponible en esta existencia. Con libertad y significado. Es decir, solo así podrás fluir, no solo en ciertos momentos, sino siempre, constantemente. Solo así podrás alcanzar el “santo grial” de la alegría, la buena vida a la que todos aspiramos—eudaimonia. Otra manera de verlo es la que encontró Goethe: “disfruta cuando puedas, resiste cuando debas.”

Esta es la mayor regla porque todo lo demás es irracional, no-funcional, solamente un desperdicio de potencial físico, mental y espiritual; además de una pérdida de tiempo. Repitiendo errores del pasado, rechazando eventualidades del presente, o temiendo posibilidades en el futuro son pensamientos que no tienen ningún propósito, que solo pueden retrasarte, al alejarte de la realidad, de la naturaleza de las cosas, de “lo que es”, de la verdad. El pasado no puede cambiarse y el futuro ni siquiera existe aún. Es bueno recordar y aprender, pero nunca arrepentirse. Es bueno planear y prepararse, pero jamás preocuparse. Lo mejor es vivir en el presente y tomar la reflexión como lo que es, solo una manera de pensar con la intención de mejorar, no una indulgencia banal.

Esta regla suena fácil, y lo es, pero necesita de un ingrediente especial que nos de la capacidad de “dejar ir”, para atrás o para adelante, y de vivir el presente en su totalidad, aceptando la realidad. Este ingrediente se llama coraje, la voluntad para ganar sobre la dificultad. Por esto, el coraje gana.

 

El coraje gana

«El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal, es el coraje para continuar lo que cuenta».

—Winston Churchill

Al final no se trata tanto de no fracasar, sino de seguirlo intentando, de no darse por vencido. En palabras de Rocky Balboa: «no se trata de lo duro que golpees, se trata de lo duro que puedes ser golpeado y seguir avanzando». Una batalla no es la guerra, se sigue en el juego mientras se sigue jugando. El fracaso no significa perder si no se toma como tal, si a pesar de él se sigue intentando.

Esta mentalidad, esta determinación, este coraje para continuar, “sin importar lo que sea”,  es lo que diferencia a los ganadores de los perdedores. Un hombre puede caer mil veces pero mientras siga levantándose no ha perdido, pero aquel que cae solo 1 o 2 y no se vuelve a levantar, jamás ganará. Peor aún, aquel que nunca lo intenta solo por la posibilidad de fracasar, por el miedo a experimentar un poco de dolor o dificultad, ya ha perdido, sin siquiera comenzar; y no solo ha perdido lo que pensaba lograr, sino que también ha perdido la oportunidad de aprender algo más.

Si hay algo que define a un hombre, esto es su carácter; “carácter es destino” como dijo Heráclito. El carácter es lo que dictará qué y qué no harás, y por lo tanto, lo que estarás dispuesto a dar, a sacrificar, por lo que buscas. Si la comodidad es tu prioridad no llegarás muy lejos, porque en un ejemplo tan sencillo como el levantamiento de pesas, algo que puede llegar a ser disfrutable, pero que nunca será algo cómodo, para poder practicarlo consistentemente, es necesario volverse cómodo con la incomodidad, intercambiando así la gratificación de hoy por la satisfacción del mañana.

Conclusivamente quien no sabe manejar la dificultad no puede ganar, y quién lo sabe ganará. Los pasos son sencillos: acción, reflexión, y modificación; todos estos alimentados por coraje, por la voluntad para seguir adelante, por no darse por vencido por nada, nunca, sin importar que. En una palabra, determinación. Esto es poder, esto es fortaleza, este es el requerimiento fundamental de la excelencia. Solo así te será accesible el “convertirte en quien eres”, quien naciste para ser, tras la liberación de toda limitación. Solo así podrás encontrar el significado que has estado buscando. Solo sabiendo manejar la dificultad, al punto de invitarla, tendrás una confianza impenetrable. Solo sabiendo manejar la dificultad, invitándola con sus retos, podrás saberte un hombre excelente.

 

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