Que Es La Masculinidad —Y Su Importancia Para La Sociedad

Muchas veces se me ha preguntado qué es la masculinidad, y qué significa ser masculino, una pregunta que yo por mucho tiempo también he tenido. Definiciones vagas muchas, y a veces la desinformación puede hacer más daño que la ignorancia. Afortunadamente, hoy lo descubrirás.

Primero que nada, aclarar que tanto la masculinidad, como su ausencia, la feminidad, no son constructos sociales, tampoco «energías», sino que, como veremos a detalle más adelante, son solo características de la personalidad. En ambos casos, son cosas que no se puede brindar o quitar, ni tampoco «entrenar». La única manera posible de influenciar la masculinidad de un individuo es, posiblemente, mediante alteraciones hormonales en ciertos períodos cruciales.

Aunque la masculinidad, como todo otro impulso o emoción, puede ser «suprimida», algo usual en la sociedad actual, está siempre estará allí de ser el individuo naturalmente masculino. Esta realidad puede servirte de alivio si resultas ser masculino o no, al saber que aunque es algo que puedes tratar de suprimir o fingir, según sea el caso, no lo puedes retirar o adquirir. Un hombre es masculino o no, punto, todo lo demás es pretender ser algo que no se es, simularlo.

Sea cual sea tu situación, te tienes que aceptar tal cual eres, y utilizarlo de la mejor manera que puedas, esta es la meta principal de la vida. Nada pasa por casualidad, si resultas ser masculino o no, habiendo múltiples «niveles», existe una razón detrás. No obstante, de ser hombre, el que seas masculino, siendo esto definido por todo lo que va más allá del balance (>60%), es altamente probable, al la gran mayoría (>80%) serlo, por esto, es altamente importante que sepas que es la masculinidad e, igualmente importante, cuál es su importancia en la sociedad—y en tu bienestar.

 

Que es la masculinidad

A manera de definición rápida fácilmente referenciable, la masculinidad es un tipo de “protección” en las funciones cognitivas del cerebro izquierdo con la intención de bloquear la influencia externa, de esta manera, el hombre masculino influencia al mundo en lugar de ser influenciado por el, esto, idealmente siguiendo las indicaciones de Dios, o inconsciente colectivo—el ”logos”, brindadas por el cerebro derecho. Las funciones cognitivas de razón y sensación pertenecen al cerebro izquierdo, mientras que aquellas de emoción e intuición forman parte del cerebro derecho. El primero es más “digital”, de “blancos y negros”, mientras que el segundo es mas “análogo”, de “escalas de grises”.

Es por esta razón que las mujeres, o para evitar a los feministas, las personas que no poseen ambas funciones del cerebro izquierdo en forma masculina, o por lo menos la de razón, son fácilmente influenciables por el mundo de alrededor, es decir, otras personas. En el caso de la sensación, de no ser está masculina, los hechos suelen distorsionarse con mayor facilidad y se está más expuesto a que el medio ambiente afecte el bienestar de la persona en cuestión, en otras palabras, en contraste con alguien que la posee en forma masculina, le afecta más el dolor físico, por ejemplo.

Importante remarcar que el sol es el símbolo último de la masculinidad por esta razón, al dar luz y calor a todo lo demás sin discriminar, pero no recibir nada, su fuerza de movimiento, viene del interior. El sol influye cambios en su exterior, pero no los recibe nadie, es difícilmente influenciable. Así también la mítica armadura del caballero, especialmente del medieval, resembla esta innata característica de la psique masculina, en donde en el exterior nada entra, todo es fortaleza, pero el accionar es implacable y basado solo en las órdenes del más grande, del mayor poder, del creador.

Existe una idea equivocada, propuesta por movimientos filosóficos como el nietzscheismo y el objetivismo, y esa es el creer que se puede ser totalmente “libre”, y aunque esto es posible, no lo es en el sentido en que los representantes de este ideal lo piensan. La realidad es que no existe manera de no seguir nada, de “doblar la rodilla” ante nada. O uno se inclina ante Dios, ante el espíritu ante lo que somos, ante la verdad; o uno se inclina ante sus deseos, ante su mente, ante una ilusión, ante la falsedad. No existe escape de esto. En palabras de Cristo: “el que no está conmigo, está en mi contra”. La única libertad, la auténtica libertad, es seguir a Dios porque es lo que somos al final, lo trascendente. Seguir a nuestros “instintos” o “razones” es un juego perdido desde el inicio, porque la mente, como el cuerpo, es impermanente, es solo “polvo en el viento”. 

La masculinidad no tiene nada que ver con potencia o proficiencia sexual, pero usualmente es “recompensada” con deseo sexual, tanto en el hombre al ambas, a masculinidad y el deseo sexual provenir de la testosterona—la hormona primaria masculina, como en la mujer que se siente atraída, al los comportamientos masculinos representar una mayor capacidad para imponer un orden en el mundo que les rodea dar dirección sobre hacia dónde van, ambos. Por esto, la mujer, siendo esta caracterizada por ser una persona con una de sus funciones de “cerebro izquierdo” en forma no-masculina, o ambas, prefiere ser liderada y se siente atraída por alguien que si las tiene.

De aquí que definiciones y preceptos asociados con la masculinidad como “los hombres no lloran” y “el hombre debe ser fuerte” puedan ser rápidamente asociados con esta realidad. Además claro de la evidente diferencia en fuerza y resiliencia física, traída también de hecho, por la testosterona, la masculinidad, como ya fue definida, es el mayor diferenciador entre hombres y mujeres, y del que se derivan las definiciones tradicionales de lo que significa “ser hombre”. Esta masculinidad es, además del aspecto físico,  lo que le permite cazar y crear de manera más eficiente que una mujer.

En la práctica, alguien completamente masculino, lo que se traduce en funciones cognitivas a un doble-masculino, es más difícil de ser convencido cuando los hechos y/o argumentos no le hacen sentido, provocando, generalmente, una respuesta emocional tensiva, al siempre una función cognitiva masculina ir acompañada por una no-masculina, o “femenina” en la función opuesta—la emoción es la opuesta de la razón y la intuición lo es de la sensación. De esta manera, un hombre, siendo este definido como un individuo doble-masculino, es difícil de influenciar en razón, pero fácil de exaltar en emoción, en adición a poseer una capacidad más grande para grabarse bien los hechos y “soportar” el  medio ambiente mediante la sensación, pero con una intuición maleable.

En resumen, esto significa que el hombre está más abierto a recibir modificaciones en su forma de pensar y actuar mediante la intuición, la función cognitiva más misteriosa de todas, y que emplea información no solo de los hechos del mundo, sino también del inconsciente, incluyendo el tan debatido inconsciente colectivo, del que “Dios le habla”, tanto en sueños por la noche—algo muy estudiado por Carl Jung, como en “corazonadas” durante el día—”siempre confía en tu intuición”. De esta manera el hombre es difícil de convencer por otra persona, pero es fácil de serlo por Dios, empleando esta “rigidez” en cuanto a entradas del mundo para cumplir su destino sin titubear.

En contraste, una mujer femenina es más vulnerable a la influencia, tanto de pensamiento como de bienestar, por el mundo que le rodea al no poseer la “rigidez” masculina en estas funciones más asociadas con la interacción con el planeta. Su lógica es siempre fluida y acomodada a la mayoría, mientras que su sensación no siempre está segura de los hechos y, pueden ser cambiados en su mente en base a convencimiento o idealización, así como también le hacen buscar efusivamente la comodidad y seguridad física al esta ser altamente impactante en su percepción de bienestar.

Consecuentemente, mujeres doble-masculino y hombres doble-femenino—masculino/femenino en ambas funciones del “cerebro izquierdo” (razón y sensación), generalmente forman parte de la comunidad gay y/o son masculinas o afeminados correspondientemente. No se sabe a ciencia cierta porque este tipo de casos suceden, puede ser por desviaciones genéticas o influencias hormonales no-ideales durante su desarrollo; y aunque esta última posibilidad es la más probable desde mi perspectiva, esto es irrelevante, el hecho es que existen estas excepciones—que prueban la norma, y verifican la realidad de la masculinidad/feminidad en ciertas funciones cognitivas como raíz de lo que que conocemos socialmente como masculinidad/feminidad de forma individual.

Todo parte de la biología de cada persona y posterior exposición a la testosterona. La testosterona, hormona primaria masculina, actúa para reforzar las “barreras” del individuo predispuesto a sus efectos, es decir, naturalmente simple-masculino—masculino en razón o sensación—o doble-masculino—masculino en razón y sensación. De esta manera, los efectos de la testosterona le hacen más intolerante a razones externas—ej., “propenso a la agresión” (estudio)—y /o más tolerante a la incomodidad externa—ej., resistente al dolor (estudio)—de manera dependiente a la dosis—hasta cierto punto por supuesto, esto aunado a sus efectos “masculinizantes” en el cuerpo.

¿Que determina a la respuesta a la testosterona en cuanto a masculinidad? La teoría más probable es la exposición a esta hormona en el feto. A mayor exposición a esta hormona en el periodo de gestación, mayor probabilidad de que el individuo resulte doble-masculino, en adición al resto de características físicas asociadas con la masculinidad—densidad óseo-muscular, vello corporal y facial, engrosamiento de la voz, etc.; si su genética lo permite—ej., ciertas etnias poseen menor vello facial/corporal naturalmente. Algo fácil de determinar mediante la “prueba de los dedos”.

“Un dedo índice que es relativamente corto en comparación con el dedo anular indica que uno ha estado expuesto a mucha testosterona en el útero, mientras que un dedo índice relativamente largo sugiere una menor exposición a la testosterona en el útero” (fuente). De esta manera, si tu dedo anular es más grande que el índice puedes estar seguro que fuiste expuesto a una gran cantidad, de ser hombre, suficiente cantidad de testosterona. Caso contrario, siendo el dedo índice más largo o de igual tamaño que el anular, seguramente no fuiste expuesto a una cantidad suficiente de testosterona siendo del género masculino, y cantidad ideal siendo una mujer. 

Considerando estos comportamientos asociados con lo masculino y lo no-masculino, lo “femenino”,  surge la dinámica de “pareja ideal” tan conocida por todos, en donde el hombre sale a cazar o producir, traer alimento, mientras que la mujer se queda en casa en cuidado de los niños. El hombre masculino es más adepto a enfrentar al mundo y sus vicisitudes con el fin de obtener recursos de el y fomentar a la vez el crecimiento de la sociedad, de hecho con la misma meta pero a nivel macro—incrementar las facilidades y recursos del conjunto; mientras que la mujer prefiere quedarse en casa y cuidar de los suyos al ser más vulnerable a la influencia exterior pero más resiliente en su emoción, al ser esta masculina, lo que le ayuda a cuidar de niños sin exaltarse, quienes son característicamente irracionales inicialmente, lo que volvería “loco” a un hombre.

Aunado a esto, especialmente sabiendo que la gran mayoría de los hombres poseen la razón sobre la emoción, y por ende la priorizan en su toma de decisión, las diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres se hacen más evidentes. Un hombre puede decidir no actuar sobre su enojo, aunque lo sienta, si esta emoción no va alineada con lo que intenta lograr—la definición de maestría emocional, por ejemplo, no obstante una mujer es más fácil que reaccione casi de manera instantánea si sus emociones, aunque difíciles de modificar externamente, se ven involucradas en una situación que las estimule, o ya lo están desde antes—”frustrada con la vida”.

Esta gran distinción es lo que, en adición a que la razón en su modo masculino le da al hombre la capacidad de no ser influenciado con facilidad por la sociedad, deriva en un mayor potencial y preferencia por estar en posiciones de liderazgo y/o de estrategia inventiva, en donde, aún y ante emociones que pudiesen desviarlo del camino correcto, esto no sucede, a menos claro que esta emoción solo empodere lo que ya tenía en mente y, por lo tanto, está alineado a lo que se trata de alcanzar. Así también, es por esta combinación de particularidades del psique masculino que la jerarquía familiar tradicional—correcta, es aquella de el hombre primero, la mujer después, y los niños al último, ocurriendo lo mismo a nivel colectivo—ej., “patriarcado”. El hombre sigue a Dios, la mujer al hombre, y los niños a la mujer y al hombre. No es casualidad que esto siempre ha sido así, este es el orden natural de las cosas, algo que aunque unos traten de negarlo, siempre será así. 

Conclusivamente, dejando de lado la evidente diferenciación física, de esta distinción en funciones cognitivas es de donde proviene lo que conocemos socialmente como masculinidad y feminidad, y de donde la importancia de la masculinidad para la sociedad reside al ser esta derivada de ella, de hecho. De no haber masculinidad, o más precisamente, individuos masculinos, ¿Quién será capaz de empoderar el desarrollo de las familias y de la sociedad? Más importante, ¿Quién proveerá de los recursos y tecnologías que nos facilitan nuestra vida del día a día? La sociedad es construida por el hombre, y eso es más que evidente, solo piensa en la mayoría de los personajes influyentes.

 

La sociedad es masculinidad

Centralmente, la feminidad son posibilidades, la masculinidad son realidades. Lo femenino da el espacio para que pasen las cosas, lo masculino llena ese espacio con la voluntad del ser supremo. Esto se muestra de múltiples maneras con el ejemplo claro de la penetración a nivel corporal, en donde el hombre “llena” a la mujer con su semilla; y el liderazgo a nivel mental, en donde el hombre “llena” a la mujer con su influencia. Esto, a nivel micro, y de lo cual se deriva la preferencia en relaciones de un hombre experimentado y sabio en contraste con una mujer inocente y pura.

A nivel macro algo similar sucede, de donde dichos como “el hombre propone y la mujer dispone” también pueden ser traducidos a lo masculino y lo femenino. Lo femenino crea los espacios para que las cosas sucedan, las posibilidades; lo masculino planea y actúa las soluciones, las realidades. Como todo en la naturaleza, ambos extremos con su parte esencial en la naturaleza, en donde así como de no haber oscuridad no podría distinguirse la luz, de no haber posibilidades, de no haber el espacio, no habría manera de crear propuestas para poder llenarlo, no habría nada que llenar.

La importancia de la masculinidad en la sociedad no puede ser subestimada, ya que, debido a la masculinidad proveer al individuo de un locus de control interno, en donde el estado es obtenido desde dentro (Dios/Logos) en lugar de fuera (Egos/Eros), a manera de imponer un cambio en el mundo que le rodea, en lugar de que el mundo que le rodea imponga un cambio en el, la sociedad ha nacido y se mantiene como tal. De no existir la masculinidad según la definición brindada, la cual deriva en la tradicional—”fuerza y excelencia”, no existiría ni hubiera existido desarrollo social, o al menos no a este nivel. ¿Sin existir nada que llene el vacío femenino cómo podría esto suceder? ¿Sin existir un sol que de luz como podría brillar la luna? ¿Sin orden como podría existir la vida?

A Través de la masculinidad el hombre busca, y de hecho vive-para, imponer la voluntad de Dios en la realidad. No es tanto una cuestión de “deber” sino de querer, es lo que su naturaleza le indica a través de su vida, es su propósito de vida. Por lo mismo, es lo que le hace sentirse más satisfecho consigo mismo, y la característica que atrae mas al sexo opuesto, por encima de la apariencia física, el dinero, y el “carisma divertido”—hacerlas reír, entretenerlas, etc. Una mujer cambiará a un hombre musculoso, adinerado, y/o “divertido” por uno masculino siempre, al ser esto último lo más representativo de la verdad. Por supuesto, si eres todas estas cosas preferentes en adición a lo supremo, que mejor, pero la masculinidad es lo esencial, de donde parte todo lo demás, de hecho. El hombre es un reflejo del cosmos, y así como la oscuridad es solo la ausencia de luz, la feminidad es solo ausencia de masculinidad. ¿Si tu como hombre no eres capaz de darle a la mujer de ese elemento del cual carece, entonces para que te querría? Si no eres capaz de hacerla brillar con tu luz como el sol a la luna, no le sirves de nada, al menos no en una relación larga.

Independientemente, es evidente que lo que hace a un hombre, no es cuánto dinero tienes, que es lo que es has hecho, o cómo te ves, sino más bien lo que haces y cómo te comportas. Puedes tener todo el dinero del mundo, los músculos de Arnold Schwarzenegger en su punto cúspide, y/o ser el mismísimo príncipe de Inglaterra y, aun así, no ser masculino, ni ser considerado como masculino. Para muestra, Mark Zuckerberg, el Príncipe Harry, y una infinidad de fisicoculturistas naturales (la testosterona es el mayor influenciado de masculinidad) que sucumben a cualquier demanda. Es por esto que ninguno de este tipo de individuos les parece atractivo a las mujeres, al menos no a nivel sexual, y por lo que ciertos hombres “mediocres”, pero masculinos, pueden atraerles más.

Es curioso el caso, pero evidente, cómo podemos respetar como hombres y las mujeres sentir más deseo, por hombres considerados como “malos” por la sociedad. Ciertamente esto no es derivado por su “maldad” por así decirlo, sino porque esta “maldad” desplegada suele evocar masculinidad. Existen asesinos o terroristas que, una vez encarcelados, comienzan a recibir “cartas de amor” de mujeres desconocidas, por ejemplo. Por supuesto, nadie justifica los actos incorrectos de estos individuos, pero sirven de ilustración de lo que la masculinidad significa, no tanto hacer actos “malos”, anti-vida, sino actuar como hombre masculino, siendo así el punto de origen difícil de ser influenciado por los deseos y caprichos de entes externos, mucho menos de un ser fácilmente influenciable por el mundo terrenal, incluyendo la mente de otras personas, como son las mujeres. 

De esta realidad se deriva el fenómeno de los “chicos malos” (“bad boys” en inglés) tan atractivos para las mujeres, no tanto por lo que hacen—”bien o mal”, sino del porqué lo hacen—convicción propia, no demandas de los demás. Simplemente no se mueven mediante lo que otros les dicen, especialmente las mujeres, sino que hacen lo que ellos creen es lo correcto. También de aquí la preferencia de las mujeres por los buenos líderes, ya que en adición a su evidente mayor poder derivado de su alta influencia, estos demuestran la capacidad de no solo actuar desde su centro, sino de también transmitirlo efectivamente a los demás, plasmándolo así con mayor efectividad.

Así pues, como hombre, especialmente si masculino según la definición provista naturalmente —masculino en función cognitiva de razón primariamente y en la de sensación secundariamente, tu misión principal es desplegar tu masculinidad, no tratar de suprimirla, a manera de ser bueno siendo hombre, en primer lugar, y ya de allí aspirar a ser un hombre bueno, no el caso inverso, algo que creo, de hacerse correctamente, resultan siendo lo uno y lo mismo. Si realmente se es masculino, siguiendo así a Dios antes que lo externo—”mente sobre cuerpo”, no puede haber otro resultado que ser bueno siendo hombre en adición a ser un hombre bueno—un hombre excelente.

Ultimadamente Dios te puso aquí, como hombre, para que seas hombre. Dios te dio la bendición de la masculinidad para que seas su voluntad. Como hombre, ser masculino es tu propósito divino.

 

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