Un hombre que puede ser un líder verdadero, no solo por quien es, sino por lo que es, es sin lugar a duda alguien que, debido a lo que representa, está expresando en plenitud su masculinidad.
Un hombre líder, para serlo auténticamente, tiene que ser el más fuerte, físicamente opcionalmente, pero mentalmente necesariamente; es quien transmite más autoridad—no mediante imposición o miedo, sino con respeto y responsabilidad, como ya veremos; y quien, contrario a lo que se cree comúnmente, coloca siempre al grupo por encima del bienestar individual general, pero especialmente el propio.
Un hombre débil o inestable no puede ser un líder verdadero. Un hombre deplorable no puede ser un líder verdadero. Un hombre irresponsable no puede ser un líder verdadero. Un hombre egoísta no puede ser un líder verdadero.
Afortunada o desafortunadamente, dependiendo de como se quiera ver, estas 4 características, aunque facilitadas o restringidas por la personalidad natural, no son expresadas en su totalidad desde el nacimiento, sino que son construidas durante la vida. Ningún hombre nace fuerte mentalmente, respetado realmente, responsable extremadamente, ni desinteresado por su propio bienestar naturalmente. Un hombre líder, así como la masculinidad en general, no nace, se hace.
Un líder verdadero puede no saber el “qué” o el “cómo” de una acción, pero siempre sabe el “porqué” y, aún más importante, sabe compartirlo con sus subordinados. Un líder verdadero sabe cómo empoderar las fortalezas particulares de cada individuo del grupo para fomentar su crecimiento individual y eficiencia grupal. Todo comienza con adoptar responsabilidad total, no solo propia, sino grupal.
Toma responsabilidad total
Centralmente, la autoridad sin responsabilidad no es liderazgo, sino tiranía. Un líder verdadero saben que, como dijo el tío Ben en “el hombre araña,” “gran poder implica gran responsabilidad.” De hecho, un líder verdadero, un gran líder, va más allá, y toma responsabilidad total, algo que, similarmente, siendo su naturaleza entre estas simbiótica, le confiere autoridad total.
Responsabilidad total, significa hacerse responsable de todo lo que suceda, no solo con uno mismo, sino con el equipo. Si el equipo no funciona como debería, por cualquier razón, el toma la responsabilidad de esta mediocridad y se pone a trabajar en la solución del problema en lugar de tratar de culpar a alguien más. Si la misión falla es su culpa. Si alguien del equipo no se está desempeñando como debería, es su culpa. Si no existen los recursos necesarios para completar el plan, es su culpa.
Si nos ponemos a pensarlo un poco, este tipo de responsabilidad no es tan descabellado, sino algo de lo más natural. Si un individuo se está quedando atrás en relación con los demás, puede que no se le haya entrenado bien, no haya entendido bien la misión, o simplemente no tenga las capacidades suficientes para ejercer su función. En cualquier caso, el líder verdadero es responsable de esta disfunción. Tanto el reclutamiento, entrenamiento, e indicación de la misión, están ultimadamente directa o indirectamente bajo su cargo. Cualquier desviación del resultado esperado planeado, es su responsabilidad, así como también el solucionarlo a la brevedad por el bien de todos los demás.
Come al último, no primero
El liderazgo no es una meta o actividad, sino una mentalidad. En todo momento no es ningún individuo, mucho menos a ti mismo, a quien deberías de tener como prioridad, sino al colectivo. Más específicamente, la misión del colectivo. Ningún integrante importa más que este objetivo. Esto aplica para todo tipo de equipos. Desde una pequeña familia hasta una corporación entera.
Contrario a la creencia popular, un líder verdadero come al último, no primero. ¿Qué significa esto? que los líderes auténticos cuidan del grupo a tal grado, que ponen el bienestar del mismo por encima del suyo. Caso totalmente opuesto a lo que vemos comúnmente en todo ámbito.
Regularmente, la persona en poder, en lugar de emplear su posición para inducir un cambio positivo en el grupo que pretende liderar, utiliza su posición para aprovecharse de esta en su propio beneficio. Es el arquetipo del clásico “jefe”: trabaja menos que los demás porque puede, espera que sus inferiores le traten de manera privilegiada cuál “rey”—le abran la puerta, le sirvan, le dejen comer primero, etc.; y no pierde la oportunidad de descargar sus emociones negativas sobre los demás. Todo lo contrario a lo que estos deberían aspirar. Todo lo contrario a lo que es verdadero liderazgo.
En el área laboral, por ejemplo, los líderes de verdad llegan primero y se van al último, al entrar a cualquier lugar abren la puerta del resto del equipo y entran al último, y literalmente, comen al último—ej. en cenas de negocios. Este tipo de comportamiento no es nuevo, sino que es algo regular en el ámbito militar—el líder verdadero siempre “lidera” el ataque, asegura primero al resto del equipo en situaciones de retirada, come al último o no lo hace en lo absoluto en caso de escasez de alimento, etc. Este tipo de actitudes son realmente de liderazgo, contrario a las previamente descritas características de un tirano. Alejandro Magno, por ejemplo, en una ocasión rechazó la única agua que había para beber, solo porque el resto de su equipo no podía tener acceso a esta.
Contrario a lo que “se suele hacer,” el líder que se gana esta posición, no es el “privilegiado,” sino el protector del grupo—o debería. Un líder verdadero está para servir al grupo, no para ser servido por el. Si, el líder generalmente obtiene ciertos beneficios adicionales, pero también mayor presión y responsabilidad, lo que en el ambiente laboral, por ejemplo, se traduce generalmente a mayor carga de trabajo, mayor complejidad en actividades a realizar, y estrés general. Aun siendo esto así, el líder siempre debe poner al equipo por sobre cualquier individuo, especialmente a él mismo. Todo esto, además de ser particularmente útil para el progreso, confiere el vital respeto grupal.
El respeto es primordial
“Aquel que no pueda obedecerse a sí mismo será comandado. Esa es la naturaleza de las criaturas vivientes».
—Friedrich Nietzsche
La moneda de toda relación es el respeto. Una relación en la que el respeto no está presente no tiene valor. Esto es especialmente crucial y cierto en aquellas en las que otra gente sigue tus pasos, es decir, aquellas de liderazgo. De no existir respeto, por lo menos en algún aspecto, la posibilidad de un liderazgo auténtico por tu parte caerá en la nulidad. Aunque ciertamente “no ideal,” un líder puede carecer respeto hacia a alguno de sus seguidores, pero esta dinámica jamás puede verse de manera inversa. Siendo este el caso, el individuo del equipo no no le seguirá por propia voluntad.
Esto lo vemos claramente en toda relación prolongada en la que nos encontramos, en donde, en cuanto constatamos que una persona no se encuentra alineada con nuestros valores, puede pasar fácilmente, de un segundo a otro, sin importar si los conocemos por meses, o hasta años, a perder toda importancia para nosotros. Es de aquí que tu jefe ya “no te caiga bien,” no te motives a visitar a tus padres, esa pareja a la que tanto “le querías” ya te sea indiferente, y ese amigo al que considerabas como tu hermano ya solo te parezca un “conocido.” No hay respeto, no hay relación.
Centralmente, el liderazgo auténtico viene de la admiración y el respeto a la persona que se está siguiendo. Esto aplica para todo tipo de relación en que existe un líder y un seguidor, desde aquella romántico-sexual, hasta aquella militar o laboral. Debido a que una relación 50-50 es más la excepción que la regla, y por lo tanto, cae por debajo del 20%, considera que esta dinámica social, conocida por Friedrich Nietzsche como “maestro-esclavo,” aplicará en todas tus relaciones. En otras palabras, exceptuando casos extraordinarios, siempre serás líder o seguidor en una relación. Si no eres tu el que está liderando, eres tu el que está siguiendo. No existe otra opción.
Siendo un ente mayormente masculino, como la mayoría de los hombres, tu aspiración, por propia inclinación natural, será la de liderar. En otras palabras, innatamente, querrás que la gente te siga de alguna manera con la visión de llegar a un objetivo, tu misión. De hecho, para el hombre, esta es la esencia detrás de su autorrealización, en donde fuerza y excelencia son elementos requeridos para adquirir el respeto de los demás y el de si mismo. Liderazgo es masculinidad y significado.
Derivadamente, el líder verdadero es respetado por los demás. El respeto de este tipo de líder es ganado al ser por los otros admirado, no por su posición solamente. Todo tipo de respeto no se da, se gana. Ya sea por su superior fuerza, conocimiento, y/o habilidad, el líder verdadero es admirado y, consecuentemente, respetado por los otros. Ciertamente, por su superioridad en una o más de estas 3 características. Aún más si este individuo posee responsabilidad y prioridad por el objetivo.
Similarmente, un líder de verdad nunca se queja: ni de su jefe, ni de su gente, ni de su vida personal; de nada ni nadie. A lo que me refiero con esto, es que, en lugar de estar divulgando a todos los demás de cualquiera de estos rubros, mejor identifica el problema de raíz, lo soluciona de ser esto posible, y de no ser así lo acepta. Realmente esto aplica para todo hombre racional, pero particularmente para alguien que tiene gente bajo su responsabilidad. Un hombre sin dirección no se puede confiar.
Si formas parte de la escalera corporativa, y de cualquier grupo social realmente, poniendo atención, verás que el quejarse constantemente es una práctica frecuente. Y si lo analizamos aún más, te darás cuenta de que tu perspectiva de aquella persona que se queja hace que le veas más débil, algo que, quieres ver lo menos posible en alguien que te dirige, es imposible tener confianza en alguien que se muestra víctima de sus circunstancias. ¿Pero cómo puedes evitar quejarte? Simple.
A partir del día de hoy, seas ya líder o no, o quieras serlo o no, que nadie te escuché quejarte—ni siquiera tu mismo. Cada vez que te des cuenta que te estás quejando detente, y reconoce que de nada servirá más que para hundirte aún más en una mentalidad de víctima—la epítome de inferioridad. Lo que estás sintiendo es normal, pero en lugar de desperdiciar esa energía en quejas, mejor canalízala en idear una manera de solucionar el problema. Si el problema no tiene solución, peor aún.
Solo existe una manera inteligente de lidiar con una situación que no tiene solución aparente: aceptarla completamente. Tal vez exista el “destino», tal vez no, pero lo mejor es pensar que si. Aclarando, con esto me refiero a aceptar todo evento que no puedes cambiar, lo que se traduce al pasado y ciertas circunstancias de tu presente inmediato. Este es el único camino sabio.
¿Qué es la realidad? Todo es cuestión de perspectiva. Tanto puedes hundirte en la depresión y hablar pestes por semanas porque no te ascendieron en el trabajo como tenías planeado, como puedes solamente aceptarlo y ponerte a buscar otras opciones de trabajo. ¿Qué opción te será más productiva, y más importante, que opción te dará más energía? La primera será un total desperdicio de vida, la segunda puede que transforme tu vida de manera positiva. Existe un truco, sin embargo, para evitarse enfrascado en la frustración—y de hecho cualquier tipo de emoción “negativa,” y ese es el de la disociación.
Las emociones, similar a la atracción—que también es una emoción, son algo que no puede elegirse y, por ende, suprimirse. Puedes cambiar tus pensamientos, cuyos pueden cambiar tus emociones, pero las emociones en sí no pueden controlarse directamente. Lo que sí puedes hacer es el evitar asociarte con la emoción en cuestión al reconocer que tu no “estas frustrado,” sino que te sientes frustrado. Este cambio en mentalidad, el disociarte de la emoción, te ayudará a separarte de la misma y, en lugar de identificarte con ella, a solo observarla y sentirla—principio básico del estoicismo y budismo.
Ultimadamente, el mantenerte separado de las circunstancias, o más bien, de las emociones ocasionadas por estas, además de proveerte con una mayor productividad y tranquilidad mental, te harán verte como un líder más confiable y estable—más masculino, y por ende más respetable. Para dominar a otros, primero debes aprender a dominarte a ti mismo. Dominio sobre ti mismo es la mayor forma de poder que puedes obtener. Lidera mediante poder, no mediante fuerza.
Persuade, no impongas
Un mensaje que no es conferido de manera adecuada, no es recibido. Una tarea que no sea claramente especificada, no puede ser ejecutada. Aquí es donde entra la necesidad en los líderes de tener poder de persuasión. Realmente, todo el liderazgo, y todos los puntos anteriores se reducen a esto—tu capacidad de persuasión.
Es cierto que la persuasión es un forma de manipulación, de hecho, la propia definición de persuasión hace alusión a manipulación: ”la persuasión es un proceso destinado a cambiar la actitud o el comportamiento de una persona (o grupo) con respecto a un evento, persona, idea, u objeto. Pero, como cualquier otra herramienta, esta se puede emplear de manera egoísta o de manera correcta—ej., persuadiendo a tu equipo de trabajo para cumplir un objetivo benéfico para el mismo. De hecho, en cuanto a liderazgo, esta es la más importante herramienta. Es liderazgo.
El mayor requisito de persuasión es la confianza, sin confianza es casi imposible el poder persuadir a una persona con simple habilidad de palabra. Es de la confianza que se gana la capacidad de poder influenciar a los demás. La confianza se gana con honestidad. La honestidad se demuestra.
Con honestidad no me refiero solo a “no decir mentiras,” ni tampoco a que tengas que decir todo se te venga a la cabeza—a eso se le llama estupidez; sino que nunca se debe mentir a nadie y, en caso de no cumplir con tu palabra, ofrecer las razones del cambio de circunstancias. Se puede ocultar información, pero jamás mentir a propósito. Se puede cambiar de opinión, pero jamás prometer algo que sabes que no serás capaz de cumplir. Seguido del respeto, la confianza es lo más importante en todo tipo de relación relevante. Puedes respetar a alguien todo lo que quieras, pero de no existir la confianza, jamás serás capaz de creer en que sus intenciones son verdaderas.
Una vez te has ganado el respeto y confianza de todo integrante del equipo, solo el cielo es el límite de lo que puedes llegar a lograr junto con él—dentro de lo realista ciertamente. No habrá necesidad de que “hagas todo,” estés todo el tiempo dirigiéndolos, y mucho menos que tengas que estar revisando que hagan bien su trabajo después de que hayan aprendido a realizarlo. Cada quien hará lo que tenga que hacer en tiempo y forma. Construirás un equipo basado en el bienestar común, cuyo trabajara al máximo de su desempeño no tanto por la compensación económica, sino por honor. Derivadamente, la mejor manera de persuadir a un integrante de actuar en la manera deseada, es haciéndole entender el “porqué”—la razón de la misión.
Enfócate en él “porque”
“No hay viento favorable para el que no sabe hacia dónde va”.
—Séneca
Como último punto, igualmente importante, un líder verdadero se enfoca en el “porque” y sabe transmitirlo a su equipo de tal manera que ellos puedan averiguar el “qué” y el “cómo.” Lo más importante es que el líder, y posteriormente, el resto del equipo, tengan claro el “porqué.” Existen diferentes métodos para descifrar el camino de acción, pero para ello, el objetivo debe estar claro.
Como dice el dicho: “existen miles de maneras de llegar a roma”. Lo más importante para un líder debe ser el propósito de la misión, no tanto los medios. Es altamente importante que el propósito de la misión sea sabido por todos los integrantes del equipo por 2 razones.
La primera, por simple motivación. Es muy diferente que un integrante del equipo haga una tarea aparentemente inútil sino sabe como esta encaja en el gran esquema de las cosas, comparado con que sepa que está, por más innecesaria que inicialmente parezca, es una pieza esencial para conseguir la meta.
La segunda, por estrategia. Específicamente, para que los miembros del equipo puedan adaptarse y maniobrar si la situación cambia de manera inesperada sin necesidad de obtener tu aprobación directa del nuevo camino de acción. Si saben cual es el fin de la misión, pueden improvisar nuevas formas de actuar que ayuden a completarla aún y ante el cambio en el escenario. Algo que sería una imposibilidad si solo se les dieran órdenes directas sin saber qué es lo que se quiere alcanzar.
Hasta el momento, nos hemos enfocado en el liderazgo de grupos, pero este punto junto con el anterior—”persuade no impongas,” pueden ser fácilmente aplicados también al liderazgo de ideas. Dicho de otra manera, para que tus ideas sean consideradas debes persuadir, no tratar de imponer, y siempre debes enfocarte en el “porque” de lo que estás tratando de comunicar.
Verdaderamente, hecho de la mejor manera, no existe liderazgo que tenga mayor impacto que aquel de ideas o inventos—emprendedurismo. Sencillamente, un líder grupal, dejando de lado las excepciones—ej., presidentes de naciones, tiene un alcance de impacto limitado, mientras que, en teoría, un líder de ideas no. Remarcablemente, un líder grupal tiene la limitación del tiempo, en el que solo puede liderar mientras viva, mientras que uno de ideas, en cambio, puede seguir impactando la vida de miles de personas post-mortem. De aquí el dicho: “memes sobre genes.”
Ultimadamente, no todos estamos destinados, ya sea por predisposición, circunstancias o gusto a ser líderes de personas o de ideas, pero todos, como hombres, debemos ser líderes de ideación o de acción. En otras palabras, si en tu camino no está el ser líder de personas, vuélcate al liderazgo de ideas/inventos, y viceversa. El liderazgo es una parte fundamental de la masculinidad, y como tal, está en tus mejores intereses representarlo. Sé el cambio que quieres ver en la tierra. Lidera.
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6 comentarios en «Cómo Ser Un Líder Verdadero —Y Porque Deberías Serlo»
Hola alex, pienso que el lider debe tratar de salir de la «mediocridad» por ende, te comento una cosa.
Un compañero en nuestra area fue «promovido» por nuestro gerente, es el mimado, de hecho yo objetivamente pienso que es bueno mi compañero que ahora tiene cierto poder sobre nosotros.
El me enseño bastantes cosas y la verdad le estoy agradecido, asi como de mi parte tambien fueron bastantes enseñanzas.
Pero mi gerente ahora tiene un trato premium con el y a nosotros los «operativos» nos molesta como nos «ignora» y/o nos hace de menos. Entonces siento que mi trabajo no es valorado, todos los aplausos lo recibe el otro, los «peces gordos» preguntan por el, como haciéndonos de «menos», o por lo menos asi lo siento.
Cual deberia ser mi mentalidad? estoy siendo una victima? estoy sintiendo envidia?
No hay nada peor que tu trabajo no se reconozca…
opinión?
Juan
Siempre tienes que tomar responsabilidad.
No esperes que la gente sea como tu quieres, y mucho menos trates de cambiarlos. O ignora que tu trabajo no sea reconocido, o toma el liderazgo tu mismo, o muévete de posición/trabajo.
Saludos.
Cómo estás Alex. Tienes algúnos tips para ser más masculino y más dominante? Quiero trabajar en mi masculinidad y en mi dominancia pero no sé como.que debo hacer?
Leonardo
Simple pero no sencillo…
Enfócate en ti mismo y desarróllate a ti mismo
Tener total responsabilidad sobre lo que te pasa, y actuar en consecuencia, te dará la completa confianza para actuar de forma dominante.
Hay mucho trabajo que hacer, mejor empezar a la brevedad.
Saludos.
Realmente hay suficientes estudios que puedan demostrar que «cualquiera puede ser un líder» ?
Es una pregunta muy simple pero bastante difícil de responder, si en un grupo tenes a 5 personas, de las cuales una tiene por naturaleza una posicion mas dominante, extrovertida posiblemente tenga mas credibilidad que el otro «lider» que es mas reservado, analitico y que no es de alzar la voz muchas veces.
Me cuesta pensar que un Steve Jobs hubiese sido lo que haya sido sin ese rasgo (imponente)
Un lider se hace o nace?
Pero siempre leo que soles decir » seras lo que debas ser» y no mentirte, aqui es mi gran confusion, si yo naturalmente no soy asi debo aceptar esa caracteristica? o debo esforzarme por ser lo que QUIERO SER aunque no sea muchas veces mi rasgo caracteristico.
Leo que comentas que la naturaleza de uno es asi y que ser otra cosa es auto mentirse, ese concepto de lo que uno es y el desarrollo me son muy confusas.
Entonces si soy una persona mas reservada, calmada y QUIERO ser un lider que debo hacer? como competís con el que ya de por si es naturalmente de una forma mas asociada a un liderazgo.
No se si se entiende la idea pero igual gracias por todos los materiales y exitos.
Brian
Un líder nace y se hace.
Te refiero a este articulo en donde hablo de como la masculinidad/liderazgo se puede desplegar de formas diferentes.
Saludos y éxito.
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